Por Diana Romero
Twitter tuvo un papel importante en el sismo registrado hace una semana en algunos estados de nuestro país conectando a las personas a distancia mientras que las líneas telefónicas se encontraban en desventaja, muchos usuarios monitorearon lugares específicos en tiempo real, los múltiples mensajes, -en su mayoría confiables- nos acercaban al sentir de muchos tuiteros en los momentos siguientes al fenómeno natural.
Twitter tuvo un papel importante en el sismo registrado hace una semana en algunos estados de nuestro país conectando a las personas a distancia mientras que las líneas telefónicas se encontraban en desventaja, muchos usuarios monitorearon lugares específicos en tiempo real, los múltiples mensajes, -en su mayoría confiables- nos acercaban al sentir de muchos tuiteros en los momentos siguientes al fenómeno natural.
Pero, qué parte de toda esa información leída al instante puede contagiar o atemorizar a otros que se encuentran lejos de la zona del impacto, en un hecho con alcance de 23,067 impresiones en los últimos 50 tweets...
Hace unos días leía en el blog de Discovery Latinoamérica la cantidad de adolescentes que son influidos por éstos canales y mas que las cifras, los hechos llaman profundamente mi atención:
"Unos 20 adolescentes del norte del estado de Nueva York presentan extraños tics nerviosos.
Algunos pacientes afirman que son culpa de una toxina en el ambiente pero, hasta ahora, todas las pruebas dieron negativas.
Varios expertos aseguran que tal vez podrían estar diseminándose a través de los medios de comunicación masiva, como una especie de mimetismo inconsciente.
Diferentes investigadores afirman que el brote de desórdenes que incluyen tics nerviosos en el norte del estado de Nueva York podría ser consecuencia de la histeria que se propaga por los medios de comunicación social."
Los investigadores de este fenómeno, consideran que se trata de un contagio más común entre mujeres que utilizamos redes como Facebook, bajo la siguiente lógica: una mujer joven, se contagia durante un período de estrés y otros miembros de su comunidad, su escuela o lugar de trabajo comienzan a mostrar los mismos síntomas físicos.
El doctor Laszlo Mechtler, jefe de neurología del Instituto Neurológico Dent en Búfalo, declara: "Cuando alguien presenta un síntoma, este puede ser reforzado y magnificado por otros individuos con síntomas similares." -Médico que trató a la mitad de las pacientes-, también comenta que algunas de las jóvenes son mejores amigas, otras se conocen entre sí porque forman parte del mismo equipo de fútbol o del grupo de porristas (todas éstas redes sociales offline).
Él y otros médicos lo han diagnosticado como un desorden de movimiento psicogénico, es decir, el cerebro imita inconscientemente los tics nerviosos que afectan a otros. Y concluye: "Esta clase de imitación aumenta a partir de su exposición en Facebook o YouTube. Es una forma moderna de diseminar la sintomatología." (Redes sociales online)
Resulta curiosa la forma en la que ambos mundos se entrelazan y difuminan la línea entre lo real y lo virtual y más aún que nuestro cerebro lo haga ya sin reparos...
Fenómenos como este ponen énfasis en que todos estamos conectados y lo que afecta a un individuo recae en la sociedad; es importante ser consientes de todo aquello que compartimos en línea y hacernos a la vez responsables de cada una de las publicaciones, porque éstas pueden tener repercusiones en alguien más.
Hechos de esta naturaleza resaltan dos cosas, la primera, la maravillosa forma en la que funciona nuestro cerebro y destacar que aprendemos por imitación, y segundo, preguntarnos qué queremos que se difunda en línea y en qué tipo de sociedad queremos transformarnos.
Concluyo citando una frase de James Fowler: "Así como el cerebro puede hacer cosas que ninguna neurona consigue por sí sola, las Redes Sociales logran lo que una persona no puede hacer en solitario."
¿Qué difundirás hoy?
Crédito de imagen: ponsuwan