Por Diana Romero
En los últimos meses hemos sido testigos "oculares" a través de Twitter de los errores que cometen algunas marcas, grandes empresas - en tamaño y nómina - se han visto expuestas al tratar de forma irónica o burlona temas de impacto social, hablo específicamente del caso Walmart y sus precios que "pusieron a temblar a la competencia".
Miles de tuiteros se pronunciaron en contra de ésta burla hacia desgracias ajenas y dieron cátedra pública sobre moral, respeto y tolerancia. No estoy a favor de la frase, ni de la marca, ni mucho menos pretendo defender su "estrategia", lo que llama mi atención es por qué a una marca no se le permite usar ese tono, cuando integrantes de su comunidad comparten esos destellos de doble moral.
Como el que se indigna de las corridas de toros y maltrata a los animales a su alrededor, el que se preocupa por los niños de la calle y le grita a sus hijos, o el que habla de RSE y gasta e imprime hojas innecesarias en la oficina.
Acciones como esas hacen preguntarse, ¿por qué aplica distinto a las marcas? ¿por qué ellas "deben" mantener una imagen inmaculada? Mi teoría es que nos gusta ese enfoque aspiracional.