Por Maresia Díaz
Tan contentos y emocionados estamos todos porque las olimpiadas ya llegaron. La ceremonia de apertura nos llenó de nostalgia o nos hizo pensar “ay, los ingleses”. Las más de tres horas de trasmisión de las inauguración nos tuvieron atentos y ya que pasaron, atentos seguimos de las disciplinas y cómo México pierde o cómo gana o cómo igual y pasa. Todos nos ponemos olímpicos, los doodles de Google cambian y representan las distintas disciplinas por las que se compiten.
Tan contentos y emocionados estamos todos porque las olimpiadas ya llegaron. La ceremonia de apertura nos llenó de nostalgia o nos hizo pensar “ay, los ingleses”. Las más de tres horas de trasmisión de las inauguración nos tuvieron atentos y ya que pasaron, atentos seguimos de las disciplinas y cómo México pierde o cómo gana o cómo igual y pasa. Todos nos ponemos olímpicos, los doodles de Google cambian y representan las distintas disciplinas por las que se compiten.
Para mantenernos informados sobre los Juegos Olímpicos tenemos ahora muchas más opciones. Tenemos aplicaciones oficiales que arrojan los resultados de las jornadas diarias, tenemos páginas web, tenemos broadcasting pero, con más presencia, tenemos redes sociales, Twitter y Facebook.
Las culpas ocurrieron así: la BBC culpó al Olympic Broadcasting Service por la falta de información y, después de ellos, el Comité Olímpico Internacional culpó a los fans tuiteros. Aceptamos que existan problemas, llamémoslos, tecnológicos, no dudamos que sea posible la interrupción de la transmisión de datos porque se les atraviesan, pues, más datos. Lo que inquieta un poco es que la actividad en Twitter les refiera un problema porque es una actividad que seguirá sucediendo, que no se limita, que es inmediata y que sólo cumple su función haciendo que los espectadores participen en los acontecimientos mundiales.
“No queremos que la gente pare de involucrarse en esto (los juegos olímpicos) por medio de las redes sociales pero, quizá, deberían considerar enviar sólo actualizaciones urgentes” dijo el Director de Comunicaciones de la IOC, Mark Adams. Pero eso, me parece, irrumpiría con la naturaleza de la red social, de alguna manera, la negaría. Los usuarios no tendrían que preocuparse por decidir si tuitear o no tuitear para ver si la transmisión sí llega a su destino o no. La transmisión de la información no puede depender de eso, de un hecho que está ahí y no se irá, un suceso ya tan natural.
Por supuesto, después, el problemita técnico se solucionó para la competencia de mujeres y entonces fue cuando la “sugerencia” Mark Adams quedó muy débil.
Por otro lado, nos encontramos también con las quejas contra el canal NBC que no ha dado una buena cobertura. Los usuarios de Twitter, a manera de demanda y protesta, convirtieron en TT #NBCfail y #NBCsucks y, a manera de parodia, crearon la cuenta @NBCDelayed, la cual obtuvo 1300 seguidores después del 7mo tweet durante su primera hora de existencia.
Y se trata de eso, de que las redes sociales nos sirvan para exigencias, protestas, parodias y no sólo para “actualizaciones urgentes”, aunque contradictoriamente, esas quejas terminan siendo, inevitablemente, “actualizaciones urgentes”.